sábado, 22 de noviembre de 2014
Madrileños, protejer vuestros agujeros ya que el catalofascio barcelones pretende daros ordenes. ¿Por qué les molesta el Lezo de Madird y no el de Cadiz?¿Dareis cuenta de los vinos espumosos de ciertos malnacidos estas navidades?
Muchas personas de Cataluña y de fuera de Cataluña hemos pedido que se deje de homenajear al nazi Sabino Arana en una calle de Barcelona y los ayuntamientos del PSC y CIU no han hecho ni caso de este malestar de la ciudadanía; pasan los días y los años y el nazi (racista, misógeno, etc, ) sigue teniendo calle dedicada en zona importante en la que dicen tan universal Barcelona.
Lo que les debe molestar a los catalanofascios es que la estatua está colocada en Colón y según desde done se visualice, allí esta la bandera de España.
Pero bueno, hay que darles donde les duele por malmeter; en el bolsillo y olvidarse de sus espumos, los embutidos de Vic, Olot para que tengan en abundancia y los disfruten
Un regalito para el pijito Laporta, para que vuelva a ser presidente del ese club pestilente que se dice FC Barcelona. Presidente del Barça como le desea su inspiradora la porno star Maria Lapiedra. Ala Juanito, a unas copitas y unos bailecitos y si caen unos polvitos, con buen condón.
Blas de Lezo
ANTONIO MIGUEL CARMONA
El Mundo 23/11/2014 05
Blas de Lezo, nacido en Pasajes, fue el almirante más importante de la historia de España. Su olvido y el protagonismo que ha tomado en una polémica abierta por el alcalde de Barcelona me muestra, una vez más, que los dirigentes políticos españoles debemos tomar partido a favor de la cultura y de la razón. Antes de este incidente comíamos mi amigo Luis Alberto de Cuenca y yo, y conveníamos que una de las características de nuestra nación no es otra que la falta de memoria con respecto a su propia historia y, por lo tanto, el riesgo de estar condenados a repetirla. En pocos sitios como España he visto cuestionar a sus hombres y mujeres más ilustres, descontextualizar sus hazañas, no reconocer sus méritos y arrojarlos sin miramientos al baúl de la desmemoria . La crítica del alcalde de Barcelona a la estatua de Blas de Lezo forma parte de lo que Baroja, Unamuno y otros denominaban... aldeanismo. Efectivamente, un aldeanismo básico de una parte de la idiosincrasia de un país con demasiados grullos. Pero el asunto tiene aún más calado. Al aldeanismo hay que sumarle esa intención, políticamente malintencionada, de retorcer la historia para convertir en naciones regiones cuya historia es más importante que la que se inventan para defender la secesión. El triunfo del nacionalismo periférico de momento se sustenta en un sistema educativo que han tratado de reinventarse a fin de poder elevar el mito de Aitor a categoría histórica o el Bando de Casanova en declaración de independencia. Por eso, cuando el abajo firmante declaró esta semana que la reivindicación de la figura de Blas de Lezo era una cuestión de cultura, no de patriotismo, me equivocaba. Rectifico por lo tanto: es también una cuestión de patriotismo. Pero no por recordar a un Blas de Lezo protegiendo las costas españolas en el Caribe infectadas de corsarios británicos, ni siquiera por el reconocimiento militar al que fuera Jefe Naval del Mediterráneo en el sitio de Génova o la expedición a Orán. En todo caso, en mi condición del oficial del Ejército del Aire (RV), tendría que dedicarme a estudiar, si tuviera afición por ello, cada una de las estrategias que siguió el almirante guipuzcoano en cada una de sus batallas. Sino porque una nación que no reconoce al más grande de sus almirantes merece disolverse en sí misma, pasar a la historia y formar parte de esa lista de recuerdos que uno tiene desde el exilio. Se recuerda por ello el sitio de Cartagena de Indias como la batalla naval más importante de la historia. El hecho de que el comandante inglés, Edward Vernon, con 186 barcos y más de veinte mil combatientes, fuera humillado frente a la defensa de Blas de Lezo, con tan solo dos mil hombres, cambió el curso del tiempo político durante el resto del XVIII. Y no hago cuestión de patria exclusivamente, ni trato de convertir la historia en un lugar que redibujo el relato de nuestra nación. Porque yo también suscribo las palabras de Rafael Casanova en el bando del 11 de septiembre de 1714 cuando dijo a los barceloneses: "hijos de la patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados, a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad en toda España". Cuestionar a Blas de Lezo porque en su niñez y primera juventud participara en una de las partes en la Guerra de Sucesión es tanto como justificar la estupidez. Nuestra barbarie no reside en los hitos de nuestra Armada, sino en la ignorancia, en la necesidad de un pueblo que necesita que le defiendan de aquellos que saquean nuestra historia. Desde este humilde escrito quisiera reivindicar, no sólo el genio militar del almirante vasco, sino que aquella hazaña, indiscutida por todo el mundo -salvo por atrevidos, profanos y legos-, supuso la continuación del dominio español sobre el mar durante más de medio siglo. Y lo digo como madrileño, por cierto, lugar abandonado también a la negligencia y a la ignorancia por culpa de algunos de sus gobernantes. Ciudad, la Villa de Madrid, que tiene que recuperar su esplendor sobre el banco de la cultura y la libertad de sus vecinos.
* Antonio Miguel Carmona es candidato socialista a la alcaldía de Madrid
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