viernes, 19 de septiembre de 2014

Referéndum de Escocia: El triunfo del No y una participación extraordinaria



PARTICIPACIÓN
      84.5 %



NO A LA INDEPENDENCIA 
      55,3 %



SI A LA INDEPENDENCIA          44,7%


Este error histórico de Camerón va a traer consecuencias en el Reino Unido ya que el primer error de no aumentar las competencias de Escocia para calmar a Salmond las van a tener que otorgar ahora y en un plazo corto.
Va a tragar Gales e Irlanda del Norte un asimetría sin refundar el Reino Unido en unos estados federales competencias; también en la propia Inglaterra surge el descontento que ya viene de tiempos atrás con la votación por parte de los diputados de Escocia de votar el aumento de las tasas universitarias en UK, cuando ellos estaban exentos de ellas. ¿Van a admitir los ingleses vivir en una situación distinta a la de los escoceses?, la misma pregunta cabe para los de Gales
El enfrentamiento social ya se ha generado en Escocia  y el nazionalismo escoces no va a parar, habiendo estando tan cerca del triunfo, al no haber puesto los límites mínimos de mayoría necesaria y darle todo tipo de facilidades, incluido el voto a los 16 años.

Victoria pírrica
Emilio Campmany. Libertad Digital 19.9.2014
Toda Europa, incluidos sus mercados, sus grandes medios de comunicación y, por supuesto, nosotros, los españoles, respira a esta ahora tranquila. Y, sin embargo, no hay mucho de que alegrarse. Para empezar, ganar un referéndum de esta clase por tan estrecho margen significa que los ciudadanos están divididos en algo tan esencial como es la nación a la que quieren pertenecer. Es verdad que el referéndum no se inventa la fractura, pero, haciéndola patente, colocándola en el primer plano, la agrava. En segundo lugar, el referéndum no resuelve nada porque bastará cualquier cambio de circunstancias para que los nacionalistas escoceses reclamen la celebración de uno nuevo en el momento que crean más propicio. Y la existencia del precedente dificultará rechazarlo. Luego, la obvia espada de Damocles de la secesión escocesa lastrará cualquier inversión a largo plazo que nadie quiera hacer en Escocia, pues vivir bajo la incertidumbre de si aquello seguirá siendo Reino Unido y Europa dentro de una generación no es la mejor forma de atraer al dinero.
Respecto a nosotros, pasa algo parecido. La mera celebración del referéndum constituye un éxito de todos los separatistas europeos y, por lo tanto, también de los nuestros. La victoria del no es, en este sentido, irrelevante. Es más, sólo la del sí habría tenido algo de positivo, pues Escocia habría sido el espejo donde mirarse aquellos catalanes que, en su tibieza, se han dejado arrastrar por el nacionalismo creyendo que vivirán mejor cuando dejen de ser españoles y por eso, y no por otra cosa, son hoy independentistas. A ellos, el triunfo del sí y ver a Escocia fuera de la Unión Europea, a sus empresas huir y a sus ciudadanos necesitar el pasaporte para viajar a unos pocos kilómetros de su ciudad podría haberles abierto los ojos. Con esta victoria ajustada del no, lo único que tenemos es un pernicioso precedente. Tan pernicioso que los nacionalistas vascos, que tanto tiempo llevaban callados porque saben que independientes del todo estarían mucho peor que ahora, no han tenido más remedio que asomar la cabeza, saludar y recordar que siguen ahí.
Los catalanes que se sienten españoles, los flamencos que quieran seguir siendo belgas, los corsos que estén encantados de ser franceses, los padanos que se sepan italianos, los bávaros que se vean como alemanes tienen hoy una cuenta pendiente con David Cameron. Se puede ser más british, pero no más torpe. No sólo por permitir un referéndum que no tenía por qué haberse celebrado, sino por haberse negado a votar una mayor autonomía y haber exigido un sí o un no sin matices para luego acabar cediendo tanto o más de lo que se le pidió con tal de rebañar el puñado de votos con los que ganar por los pelos. No digo que no celebremos la victoria del no, pero hagámoslo con un buen scotch y brindando por la memoria de ese gran general que fue Pirro, rey del Epiro.

 

Un error histórico 
Editorial Libertad Digital 19.9.2014 

Pese a que finalmente se han cumplido las previsiones y se ha impuesto el no, el referéndum secesionista de Escocia permitido por Cameron ha sido un error histórico tanto para el Reino Unido como para la propia Escocia e incluso para la Unión Europea.
Por un capricho quizá inspirando por previsiones sociológicas claramente cortoplacistas, Cameron ha asumido el riesgo de romper una historia de cientos de años de unión, generando una inestabilidad que ni siquiera el triunfo de los unionistas logrará cerrar: bien sabemos ya en España, por desgracia, que si algo caracteriza al nacionalismo es su insaciabilidad y que mantiene su apuesta hasta que logra imponerse, ya sea de forma democrática o no.
Además, haya triunfado el no hay algo que ya ha ocurrido y que supone una clara victoria del separatismo: la sociedad escocesa se ha partido en dos, y la presión nacionalista ha crecido como no lo habría hecho sin esta convocatoria innecesaria.
Es una lección que quizá hayan aprendido otros países europeos –aunque lo más probable es que no– pero que desgraciadamente llega demasiado tarde para España, donde los separatistas están tratando de sacar tajada... y seguirán a pesar de que el resultado les haya sido desfavorable.
Unos intentos que no se sostienen intelectualmente para cualquiera que se aproxime a la cuestión. En primer lugar, porque la historia de Cataluña y la de Escocia no tienen nada que ver; sin ir más lejos, ésta fue en el pasado un reino independiente y Cataluña no ha sido nunca no ya un reino, sino ni tan siquiera una entidad política única y realmente independiente. En segundo lugar, porque las legislaciones española y británica son completamente diferentes: los británicos no tienen una Constitución escrita y el referéndum puede ser un gran error, que lo es, pero no es un atropello de la legalidad vigente, como sí lo sería el que plantean Mas y los suyos. Y, por último, porque incluso después del referéndum y de la marea nacionalista que ha generado, a pesar del triunfo del no probablemente Escocia ampliará su capacidad de gestión política autónoma… y sólo entonces se acercará al nivel de autogobierno que ya disfrutan –o sufren– los catalanes. En suma, Cameron se ha equivocado gravemente. Imitarlo no sería un estúpido error sino algo mucho peor.

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