jueves, 18 de septiembre de 2014

Los errores escoceses


Los errores escoceses
Felipe Sahagún
El Mundo 18/09/2014

En vísperas de su viaje a Madrid para asistir a la cumbre de la OTAN de 1997, el entonces presidente Vaclav Havel me recibió en su despacho del Castillo de Praga. Al final de la conversación le pregunté cómo se sentía sobre la separación pacífica y pactada de la República Checa y Eslovaquia tras la retirada soviética de Checoslovaquia. "Fatal", me respondió, "pero no vi otra opción mejor".  

..............
El primer error de David Cameron al aceptar este referéndum fue no condicionar su validez, como hizo Tony Blair en los acuerdos del Ulster, a una mayoría cualificada sustancial.
El segundo, repetido hasta la saciedad en las últimas semanas, es haber rechazado de partida la tercera opción -más autonomía- propuesta por Salmond, creyendo que el órdago -todo o nada- asustaría a la mayoría de los escoceses.
El tercero, probablemente, fue reducir la edad de votación a los 16 años cuando en la ley electoral general para las legislativas y municipales se fija en los 18.
El cuarto, de mucho más calado que los anteriores, es dar por bueno que cinco millones de escoceses decidan el futuro de 67 millones de británicos y, de confirmarse alguno de los peores escenarios si Escocia se independiza y acelera el alejamiento británico de la Unión Europea, de 500 millones de europeos, pues a todos nos acabaría salpicando.
El cuarto error, que empezarían a pagarlo los escoceses mañana mismo si gana el 'sí', es creer en el eslogan de que "con independencia se vive mejor".

El resto del Reino Unido (UK), Britania, la Gran Inglaterra, la Pequeña Bretaña o como diablos se decidiera bautizar lo que quedase del país nacido del pacto de 1.707 reclamaría sus derechos a buena parte del petróleo del Mar del Norte y a las armas nucleares en bases escocesas, exigiría un reparto de la deuda, se desentendería de las cargas sociales que pudiese y utilizaría la libra como arma (de creación o de destrucción según fuera la actitud de Edimburgo) arrojadiza.
Sin el mercado británico asegurado, muchos inversores y empresas de servicios revisarían sus planes y, salvo que Londres actuase con una generosidad ejemplar -raras veces vista en rupturas de naciones-, la economía escocesa pasaría por duras pruebas, con fuertes presiones inflacionistas y pérdidas de ingresos.
Como en cualquier divorcio, aunque resulten inevitables, a corto plazo todos pierden -en política exterior y en política interior-; pero, como en la granja de los animales de Orwell, unos (los escoceses por ser más débiles) sufrirían más que otros.

Leer el artículo completo
Imagen de El Mundo

No hay comentarios:

Publicar un comentario