El interés de España es Rusia, no los golpistas de Kiev
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Por su parte, la UE está pagando muy caro en cuestiones de crecimiento y empleo el embargo a Rusia. Pero hay algo en lo que todos están (estamos) perdiendo: la idea de integrar a Rusia en la UE, lo que crearía la mayor potencia mundial en lo económico y en lo político. Una Europa en que los pensadores rusos del siglo XIX ya habían soñado, una Europa desde Lisboa hasta Alaska, con 600 millones de habitantes, 22 millones de kilómetros cuadrados y las mayores reservas de recursos naturales del planeta. ¿En qué narices están pensando los líderes europeos? Rusia es un país europeo, heredero de la cultura grecorromana desde que Bizancio pasara a Rusia y profundamente cristiano. Tanto que sería precisamente Rusia la salvadora de la Compañía de Jesús. En 1773, cuando la masonería de obediencia –siempre británica– consiguió del Papa Clemente XIV la disolución de la Compañía de Jesús, esta encontró refugio y protección en la Rusia de Catalina la Grande, la conquistadora de Crimea a los turcos, hasta su reautorización en la Iglesia católica por Pío VII en 1814.
Pérdida para España y un desagradecimiento histórico
¿Y qué pinta España en todo esto? ¿Por qué el inútil de Rajoy actúa contra nuestros más elementales intereses y los no menos importantes agradecimientos históricos que España debe a Rusia? En lo económico, el embargo a Rusia cuesta a EEUU 2.000 millones de euros, pero a Europa le cuesta 40.000 millones. Los burócratas de Bruselas han estimado en 12.000 millones las pérdidas por la exportaciones de productos alimenticios, y de ellas, según el Gobierno español, corresponden 337 millones a nuestro país. Un engaño tan colosal que causa vergüenza estar gobernados por tamaña panda, porque no estamos gobernados por políticos, sino por una cuadrilla cuyo único interés es el poder y el beneficio personal.
Para empezar, si fueran 12.000 millones la parte española en las exportaciones de ese tipo de productos, supondrían el 20 % del total, por lo que estaríamos hablando de 2.500 millones de euros. Pero es que, además, la pérdida de las exportaciones produce una caída generalizada de precios a los productores, que se suma obviamente al perjuicio para nuestra economía de apoyar a los golpistas de Kiev. Un cálculo más exacto facilitado por un experto en el tema es este: las exportaciones del sector citrofrutícola a Rusia son del 10% del total, un 2% en forma directa y otro 8% exportado a Holanda, Francia y Alemania, que estos reexportan después a Rusia. Este 10% representa 300 millones de euros, a los que hay que sumar pérdidas por las bajadas de precios inducidas por este recorte de 500 millones adicionales. En total, 800 millones de pérdidas directas e indirectas.
Si comparamos ese dinero con los 125 millones con los que Bruselas ha decidido compensarnos, es una burla auténticamente ofensiva.
Ahora bien, el sector citrofrutícola representa un tercio de las exportaciones agroalimentarias, por lo que el conjunto está en el entorno de los 2.400 millones. Si comparamos ese dinero con los 125 millones con los que Bruselas ha decidido compensarnos, es una burla auténticamente ofensiva. Claro que, con Mariano ‘Sí Señor’ al frente, ¿qué otra cosa cabe esperar? De nuevo, esto tampoco es todo. Hay otros sectores y particularmente está el sector turístico –el propio Putin se está construyendo una gran mansión en Marbella–. El ruso no es turismo de mochila y bocadillo, sino de altísimo nivel. Esto es algo que, al parecer, al Gobierno de Rajoy le trae sin cuidado. No ha elevado ni una voz discordante ante unas sanciones que tan gravemente nos afectan, y se ha limitado a poner el cazo para recibir las migajas que Bruselas ha decidido otorgarnos. En conjunto, el daño directo e indirecto para la economía española puede estimarse en 4.000 millones de euros.
Pero es que, además, España tiene una deuda de honor con Rusia que no debería olvidar. Cuando la escuadra española fue aniquilada en Trafalgar por los ingleses, nuestras posibilidades de enviar tropas a los Virreinatos de las Indias y en consecuencia, defenderlos de la insurrección, quedaron prácticamente desvanecidas. Aunque después los ingleses serían nuestros “aliados”, fueron unos “aliados” en los que los zapadores de Wellington se dedicaron a dinamitar sistemáticamente todas las instalaciones industriales españolas con más ahínco aún que combatir a Napoleón. De esta forma, los británicos consiguieron convertirnos en una colonia económica más donde vetaron de acuerdo con la masonería cualquier posibilidad de que España rehiciera su destruida flota de guerra. Sólo el zar de Rusia Alejandro I se atrevió a romper el bloqueo inglés: nos vendió una flota capaz de transportar tropas a América, aplastar las insurrecciones y mantener españoles en esos Virreinatos al menos un siglo más.
La masonería difundiría el bulo hoy ampliamente aceptado de que la flota rusa era inservible, algo absolutamente contrario a la verdad, ya que eran buques de línea y fragatas perfectamente listos para el combate. De hecho, habían llegado sin problemas desde San Petersburgo a Cádiz. Desgraciadamente, cuando esta flota iba a transportar de Cádiz a América a 23.000 hombres, sucedió el levantamiento del masón Riego, realizado específicamente con ese fin. Impidió que fueran embarcados para completar la pacificación que había realizado el general Pablo Morillo. Los rebeldes, numéricamente irrisorios, fueron comandados por militares españoles que habían servido a las órdenes de Wellington, unos rebeldes que, después de pedir su licencia del ejército español, pasaron a Londres y, tras una estancia de 4 a 6 meses, desembarcaron en Buenos Aires y otras capitales virreinales para hacerse con el poder para mayor gloria de Gran Bretaña y de la masonería.
Que la flota rusa no pudiera conseguir finalmente el fin para el que fue adquirida no desmerece un ápice la amistad de Rusia, que fue el único país europeo capaz de ignorar el bloqueo inglés y darnos una oportunidad de mantener un siglo más nuestro maltrecho imperio. Algo que Rajoy no es que lo haya olvidado, es que probablemente nunca lo ha sabido, y su versión será en todo caso la del masón Riego (1) a las órdenes de las logias británicas.
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